Esta es de las prendas más contaminantes de su armario (y la que más se pone)

Más de cuatro mil millones de prendas de denim salen todos los años de las factorías textiles, la mayor parte teñidas de azul con índigo sintético fijado con un potente blanqueador que hace que resulte enormemente contaminante. De estas prendas, una cuarta parte —1.000 millones— son pantalones vaqueros: de media tenemos entre 6 y 7 de estos pantalones por habitante.
El resultado de este fondo de guardarropa se refleja en los ríos de China y otros lugares del planeta, tal como denuncian recurrentemente Greenpeace, en otros entes y profesionales. Cada una de esas prendas usa unos once y quinientos litros de agua en su ciclo vital (vea el cuadro con los datos de lo que contamina un vaquero).
Por este motivo, los bioquímicos de las carteras y bolsos de cuero procuran opciones alternativas más ecológicas para la fabricación de este textil, que emplea uno de los tintes más contaminantes de la industria: el índigo. Y un conjunto de la Universidad de Berkley (EE UU) podría haberlo logrado, conforme una investigación publicado últimamente en Nature Chemical Biology.
El ‘Gigante azul (índigo)’
«En la mayoría de los países productores de vaqueros no cuentan con depuradoras y los productos tóxicos derivados del teñido —natural o bien sintético— van directos al agua de la población donde se fabrican, sin control. Frecuentemente sus ríos se tiñen de esos colores llegando al mar y al planeta», narra María Almazán, una famosa especialista en tejidos sustentables, que lo ha vivido in situ.
Aporta múltiples datos: en torno a doscientos toneladas de estos tintes pararán al agua de año en año por la ineficiencia de los procesos de teñido y acabado (entre un diez por ciento y un quince por ciento ), muchos escapan los procedimientos usuales de tratamiento hídrico y persisten en el ambiente.
Almazán dirige Latitude, una marca de tendencia que desea crear un cambio profundo en la industria con la sostenibilidad como bandera. «Un vertido en China impacta en nuestras aguas, semeja que no deseamos verlo», aduce. El sesenta y cinco por ciento de la producción mundial textil se efectúa en China y, conforme el Institute of Public and Environmental Affairs (IPE), esta industria descarga dos con cinco billones de litros al agua de sus ríos, muchos contaminados.
2 procesos químicos para poder fijar el color
«Al no ser soluble no puede ser absorbido por la fibra y no se podría tintar con él», explica Begoña García, responsable de procesos sustentables y product mánager de la valenciana Jeanologia, que especifica el procedimiento: «Lo que se hace es transformar el índigo en un leuco —un tinte que puede mudar entre 2 formas químicas, una de ellas sin color, con la acción del calor, la luz o bien el pH— soluble a través de otro proceso químico: la reducción».
De esta manera, sigue García, «podemos disolverlo reducido en agua, que la fibra lo absorba, y una vez en ella, lo transformamos nuevamente en insoluble con una reacción química inversa: la oxidación. Este proceso se hace generalmente al aire», detalla esta especialista de una de las compañías vanguardistas globales en innovación en acabados del denim para eludir impactos socioambientales.
Almazán añade: «No hay inconveniente con el índigo natural (Isatis victoria), solo con el sintético. Y cada vez existen más cantidad de tejanos teñidos con él y hechos de poliéster. ¿Podemos llamar a esto un vaquero?», se cuestiona.
La bacteria Y también. coli que podría hacer ecológicos los vaqueros
Si bien todavía quede mucho por solucionar, ciertas soluciones aparecen. La reputada gaceta Nature Chemical Biology publicó últimamente un procedimiento más respetuoso medioambientalmente para fabricar y aplicar este colorante añil que depende de bacterias cambiadas genéticamente. El proceso imita un cambio químico que se da en la naturaleza en las hojas de la planta, donde el inestable predecesor de índigo, el indoxilo, se combina con la glucosa y se guarda como una molécula incolora.
Los estudiosos lo imitan añadiendo genes a la bacteria ‘Escherichia coli’ (Y también. coli) a fin de que secrete esa molécula. Para teñir con esa aplicación biosintética, la disuelven en agua: aplican la solución, así como una enzima que suprime la glucosa para regresar a formar indoxilo que se oxida de manera espontánea a leuco índigo, y cuando se retira del líquido, reacciona con el aire convirtiéndose en índigo suprimiendo la dispendiosa síntesis química del índigo y la perjudicial etapa de blanqueo que transforma el índigo en leuco índigo.
«Es una enorme nueva substituir procesos químicos complejos a través de bacterias, una solución viable para más industrias», opina García de esta tecnología que todavía no se aplica industrialmente puesto que ha de ser optimada y ampliada a fin de que sea de manera comercial viable puesto que la enzima empleada para liberar el indoxilo es carísima. Del mismo modo, existe el obstáculo de que la producción de índigo no siempre y en todo momento da la bienvenida a las novedades, como explica Nature Chemical Biology.
Vaqueros teñidos con espray
Por fortuna, estos científicos no son los únicos en procurar mitigar el inconveniente de índigo sintético: en dos mil quince se introdujo el teñido por spray desarrollado por DyStar y RotaSpray que desean ponerlo a predisposición de la producción en esenciales mercados de denim como Turquía, India o bien Pakistán. Asimismo trabajan en una solución de teñido sin sal que ofrece una enorme flexibilidad para colorar lotes pequeños, reducir el empleo hídrico, y descargar efluentes en el teñido del hilo.
«Toda la innovación vinculada a producir nuevas posibilidades que aborden el grave impacto negativo que produce la industria textil son bienvenidas», opina Almazán. Mas advierte: «No podemos olvidar el preocupante inconveniente de fondo: el enorme consumo de ropa al que nos hemos habituado. La solución profunda es consumir menos vaqueros de mejor calidad, por poner un ejemplo, de cáñamo teñidos con índigo natural».
No seamos ingenuos, una sola innovación científica, o bien 2, en un punto del proceso, todavía no sirven para mudar un campo, y la industria de la moda es la segunda más contaminante globalmente.